El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Robert Louis Stevenson

En 1846, Dostoyevski sorprendió con El doble, interesante novela que aborda el tema de la personalidad dividida de un hombre mentalmente enfermo. En El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, publicada en 1886, Robert Louis Stevenson (Escocia 1850- 1894) retoma el tema con una variable: el desdoblamiento del personaje es provocado por él mismo debido a la curiosidad científica, por un lado, y a su angustia existencial, por el otro. Stevenson presenta una perspectiva distinta en donde la voluntad promueve la “anomalía” gracias a los avances de la ciencia: novedosa propuesta en donde el hombre interviene para cambiar su destino movido por el deseo de conocer y experimentar.

Creo importante recordar que los trabajos de Freud (1856- 1939) sobre la psique, “El yo y el ello” son de 1923, por lo tanto en ambos casos, Dostoyevski y Stevenson intuyeron una realidad que no había sido aún descrita. Mérito de ambos, dos maestros en su género guiados por la intuición y un enorme talento para convertirla en literatura.

La atmósfera

En Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la atmósfera es determinante. Desde el primer capítulo llama la atención el título: “Historia de una puerta”, elección que sugiere un contenido simbólico. Una puerta oculta algo detrás, es un objeto que se abre y se cierra de acuerdo al deseo de un sujeto que manipula; y al mismo tiempo, atrás de una puerta hay un espacio interior que se relaciona con el exterior. No parece casualidad que éste sea el punto de partida, la imagen elegida para iniciar el relato. Los opuestos luz/ oscuridad, expuesto/ oculto, social/íntimo están sugeridos con sutileza.

Londres es el escenario, todos sus características contribuyen a crear atmósfera de misterio: la bruma, la neblina, sus noches gélidas, la luz de los faroles, las plazas solitarias. Citaré unas frases sueltas para apreciar cómo la prosa de Stevenson crea un mundo en donde los contornos se evaporan: “la calle brillaba como una hoguera en la oscuridad de un bosque”, “la espesa negrura de la noche”, “los inmensos laberintos de la ciudad llena de luces”, “las calles limpias como un salón de baile; y las luces de gas, inmóviles en el quieto aire proyectaban simétricos dibujos de claridades y sombras”, “la niebla se volvió más densa en aquellos lugares, negra como el hollín, y lo dejó aislado, ocultándole las canallescas cercanías”. Si las descripciones suelen definir, en este caso tengo la impresión que desdibujan: ¿es un Londres real, o es el Londres que Stevenson imagina? Estamos entrando a una ciudad subjetiva, la mirada del narrador la convierte en un lugar sugerente, un teatro prometedor.

Temas

Una constante en El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde es la amistad, único vínculo afectivo que sostiene a los personajes, curiosamente, todos hombres solteros, educados, ricos. El Dr. Utterson y Enfield tienen la costumbre de pasear todos los domingos, hábito que nada ni nadie consigue interrumpir, tal es el valor que le atribuyen a esta actividad que consideran la más placentera y por ello le dedican su tiempo de ocio de manera exclusiva. Otro amigo es el Dr. Lanyon, compañero y rival científico de Jekyll, y por último, en otro nivel, el mayordomo Poole, su asistente. Este grupo de caballeros me sugiere algunas cosas:

  • La soledad del ser humano que sólo se supera con una buena conversación entre iguales. Sorprende, gratamente, el valor que Stevenson concede al intercambio y la comunicación verbal.
  • El sentido de pertenecer a un grupo, ya sea este social, económico o de educación similar. Hay en estos personajes una consciencia de élite, se saben elegidos y superiores. Como consecuencia de esta convicción, aparece otra idea que debemos señalar:
  • Aceptación de pertenecer a una clase conservadora que mantiene la tradición y las costumbres como si se tratara de una religión.

Circunstancias, éstas, que se presentan como antecedentes a tomar en cuenta para comprender el deseo que irrumpe en el Dr. Jekyll de buscar algo distinto. Porque su búsqueda no tiene como finalidad  compartir, como lo hace con sus amigos, lo que persigue precisamente es huir lejos; tampoco quiere a alguien de su misma clase: todo lo contrario, lo opuesto. Su rebeldía le impide limitarse al rol que la sociedad le ha designado, el rechazo a la tradición es frontal, un movimiento transgresor y peligroso: aspira a encontrar otro tipo de compañero, la posibilidad de realizar un viaje a lo desconocido, alejado de aquello que le es familiar. Esa es la clave de su proyecto. Paladea el atractivo de los caminos no explorados, y asume el riesgo de lanzarse tras ellos seducido por el riesgo.

La ciencia, como vehículo de transformación, es un tema de interés para los escritores británicos del siglo XIX y principios del XX. Contrapunto de Aldous Huxley, publicada en 1928 retoma este punto: presenta a un miembro de la alta sociedad para quien la investigación en el laboratorio se convierte en una obsesión que lo aísla del mundo. En Doctor Jekyll y Mr. Hyde los amigos pertenecen al mundo científico y/o académico, su desarrollo personal parece muy ligado a la profesión y a los avances que se descubren gracias al estudio. Tan es así que el protagonista confía en la ciencia para sacar fuera su otro yo.

Sin embargo, lo más importante en la novela de Stevenson es el debate entre el bien y el mal: la lucha feroz entre los extremos, la dificultad de armonía o integración. El último capítulo, el testimonio del Dr. Jekyll, es el mejor de los cierres imaginables: utilizando la primera persona en tono confesional, Jekyll resume esta disyuntiva y nos hace partícipes del dolor que causa. El contenido de la lucha entre las dos caras de lo humano produce desgarro, el sufrimiento es angustiante. Los lectores sintonizamos con esta lucha porque todos, en algún momento, hemos experimentado la fisura y el deseo de relajar la ley social para actuar sin responsabilidad, dejándonos arrastrar por el placer y el gozo. Ambición de libertad y plenitud que no pase factura, esa es la postura de Mr. Hyde, un malévolo guiño, una tentación, un salto al vacío. Es interesante recordar que, cuando el Doctor vuelve a ser el mismo de antes -un hombre que representa lo políticamente correcto- repasa textos religiosos, lee, llama a los amigos, intentando por esta vía  encontrar en la cultura tradicional las respuestas o el sosiego perdido.

Lo más interesante, quizá, es que, al principio, el Dr. Jekyll puede controlar la vuelta al bien, pero, poco a poco, al mal crece y se apodera del espacio, cambiando las reglas del juego. El temor a no poder regresar y enmendar, acrecentado por la falta de la droga adulterada que es la que produce el prodigio, lo conduce a la muerte. Es el fin de la tragedia: un clásico que se presenta como una novela de terror pero trasciende por su contenido filosófico:

“Parecía que la fuerza de Hyde había crecido a costa del debilitamiento de Jekyll. Y realmente, el odio que ahora los dividía era igual por ambas partes. Por la de Jekyll era una cosa de instinto de supervivencia. Ahora había visto toda la monstruosidad de aquel ser que compartía con él algunos de los fenómenos de su conciencia y era su coheredero hasta la muerte; y, fuera de estos lazos en común,  que constituían de por sí la parte más trágica de su desgracia, concebía a Hyde, a pesar de toda su vigorosa vitalidad, como una cosa no sólo demoníaca, sino inorgánica. Y eso era lo realmente intolerable; que el fango del abismo pudiese articular gritos y voces; que el polvo amorfo gesticulara y gritase; que lo que estaba muerto y deforme usurpase los atributos de la vida. Y esto, además del invencible horror, estaba ligado a él más íntimamente que una esposa, más próximo que sus propios ojos: estaba prisionero en su misma carne, donde lo escuchaba gemir y lo sentía luchar por renacer y, en cualquier momento de debilidad o en la confianza del sueño, prevalecía sobre él y lo suplantaba en la vida. El odio de Hyde a Jekyll era de diferente naturaleza. Su miedo a la horca le obligaba cometer sin parar suicidios pasajeros y a retornar a la situación subordinada de ser sólo una parte en lugar de una persona entera: pero aborrecía esa necesidad, detestaba el abatimiento en el que Jekyll se había hundido, y sentía como una injuria la aversión con que éste lo miraba.” (pág 118-9).

Me gusta el recurso de utilizar la comunicación escrita (testamento, cartas, mensajes) como detonantes de la historia. Textos dentro del texto. Si repasamos las secuencias, primero tenemos la mención al testamento que confía el Dr. Jekyll a su amigo el abogado, primera señal de alarma. Luego la carta que escribe el Dr. Jekyll falseando a su otro yo -Mr. Hyde- para anunciar su fuga;  palabras que no son más que el deseo de que así sea: que Mr. Hyde se haya evaporado de su vida. Aparece la nota al farmacéutico pidiendo que se le consiga más droga. Más adelante, tenemos la carta que Jekyll escribe a su amigo Utterson en donde le indica que lea el relato de Lanyon.  Luego, otra carta que Jekyll envía a Lanyon, pretexto para que Lanyon le cuente al abogado Utterson lo que estaba sucediendo. Y finalmente la confesión escrita a mano, que deja el Dr. Jekyll a su amigo como una suerte de testamento. Se trata de un conjunto de papeles, una cadena de escritos que forman parte de la estructura de este clásico de la literatura universal, breve pero contundente.

Los textos han sido tomados de Plutón Ediciones, 2010. Traducción de Benjamín Briggent.