El eterno intermedio de Billy Lynn

Ben Fountain

El eterno intermedio de Billy Lynn -excelente novela con un título muy malo- es una crítica ácida e inteligente al sistema americano; una bomba que revienta en pleno corazón de los Estados Unidos. Ben Fountain (Carolina del Norte, 1958), dispara sin piedad contra el materialismo imperante, el amor por el dinero y el patriotismo frívolo y barato de una América que se mira el ombligo. La sátira tiene un desarrollo exhaustivo e intenso, avalada por su protagonista, el soldado Billy Lynn, la consciencia que cuestiona el sistema desde dentro. Me parece un acierto que el peso de la crítica recaiga sobre un personaje que no tiene un perfil intelectual: quien reflexiona y toma distancia es un chico de 19 años sin formación universitaria, un pueblerino que no ha salido jamás de su casa, un buenazo que termina enrolado en el ejército como miembro de un escuadrón del ejército en Irak. La guerra será una experiencia decisiva, el soldado raso Lynn emerge como un sobreviviente que procesa lo vivido con madurez, superando el comportamiento de sus colegas y amigos, erigiéndose, de manera involuntaria, en el líder natural del grupo junto al irónico sargento Dime. La mirada de Billy no es amarga, tampoco percibimos rabia ni dolor. Lo que se palpa es melancolía, una tristeza creciente producida por el desengaño: desde Irak aterrizan en un país que ahora desconocen, se hace evidente la falta de valores, la manipulación de los que mandan para obtener resultados, la comercialización de todo lo que pueda producir ingresos, la falsedad de las apariencias concebidas para movilizar a la masa y satisfacer apetitos impuestos por las elites. Y lo más doloroso: la desconexión total de aquellos que van a la guerra con aquellos que la aplauden desde la barrera.

Sorprendidos por un ataque enemigo en Irak en donde tuvieron que defenderse como fieras –matar o morir- los chicos del Escuadrón Bravo fueron filmados por un cámara que iba detrás del grupo: el vídeo saltó a las redes y se hizo viral en YouTube. De la noche a la mañana, el país los convierte en héroes, auténticos salvadores de América, y los llevan de regreso a Estados Unidos por pocos días para una campaña promocional. Este esperpento, que es el Tour de la Victoria, es el cuerpo de la novela, focalizado en las pocas horas en las que los soldados asisten invitados a un partido de fútbol americano en el estadio de los Cowboys, Dallas, en el corazón de Texas. Una zambullida en la América profunda con efecto catártico, un encuentro con la triste realidad.

Billy tuvo que enrolarse porque cometió un acto violento para defender a su hermana de un ataque desleal, causado por el comportamiento cobarde de su ex novio. Para evitar la cárcel, pactó con el fiscal del distrito y huyó a Irak a los 18 años. Poco después regresa por unos días y en el avión que los trae a casa tiene la primera experiencia reveladora: embarca con un grupo de chefs que regresan forrados de dinero, después de haber servido a los jefes militares de la coalición en pleno campo de batalla. El contraste entre la vida de los soldados de infantería, rodeados de peligro y muerte, contrasta con este lujo innecesario, totalmente fuera de lugar. Una imagen surrealista que devela los entretelones del poder y la codicia de algunos incluso en situaciones dramáticas.

Luego de una gira maratoniana por Washington y otras ciudades, Billy llega a la casa de sus padres. Encuentra a su familia muy deteriorada: su padre se comporta como una mala persona, víctima de un ictus que lo ha dejado postrado en una silla de ruedas y sin habla, este señor tiene una actitud ofensiva hacia el resto. Su madre está arruinada por el gasto médico ocasionado por el padre y un país sin sanidad pública que no ofrece cobertura médica a su gente, una vida sin alegrías, un panorama poco alentador. Salvo la hermana menor, nada en esa familia es estimulante. Billy observa y saca conclusiones, cuestiona los valores sobre los cuales se construye teóricamente la sociedad americana, comenzando por la familia. Sus pensamientos tienen un fondo político ineludible, ¿es este es el país que hemos construido?:

“Billy se quedó contemplando a su padre recostado sobre los codos. Mucha gente piensa que la familia es la única cosa segura en la vida. Un chute a puerta vacía. Puntos que te dan por el mero hecho de haber nacido. Tan grueso y carnoso es el vínculo que te une a esa gente, son tantas las entrelazadas espirales de la historia, la genética, la causa común y las dificultes arrastradas, que debería ser el más básico de los impulsos: pelear por protegerse y amarse los unos a los otros, y sin embargo, este vínculo a priori tan elemental es en realidad sumamente complejo. Como prueba, bastaría con realizar una encuesta rápida entre los Bravo. Durante la última vista de Holliday a su familia antes de partir, su hermano le dijo: Espero que te mueras como un cerdo en Irak. Cuando Mango tenía quince años, su padre le partió la crisma con una llave inglesa, y el comentario de la señora Mango fue: A ver si así dejas de cabrear a tu padre. El abuelo de Dime y un tío suyo se suicidaron. La madre de Lake era una ex convicta adicta a la oxicodona, y su padre, un camello que también había pasado por el truyo. Cuando Crack tenía once años su madre se fugó con el ayudante del pastor de la parroquia. El Hongo apenas tenía familia. El padre de A-bort era el típico holgazán de Luisiana, y el padre y los hermanos de Sykes habían volado su propia casa cocinando anfetas.” (pág. 110-111).

Varios elementos se amontonan alrededor de los Bravo durante las dos horas de partido, creando mucho ruido, banalizando el momento: los dirigentes de los Cowboy, con Norm a la cabeza, quienes intentan aprovechar el tirón de la visita de los héroes de la Patria para obtener beneficio propio; el pastor a quien acudió Billy que ahora lo llama con insistencia para sacar partido de la situación; el productor de Hollywood que sólo piensa en cómo hacer para que la historia de los Bravo se convierta en una película rentable; Beyoncé y los artistas involucrados en el show… Personajes fatuos que sólo piensan en sí mismos, fijan sus ojos en aquello que brilla intentando acumular algo más al final del día. Sin embargo, en medio de este circo, tenemos dos excepciones: Kathryn, hermana de Billy que busca liberarlo de la guerra para salvarle la vida; y Faison, una joven que tiene buenos sentimientos sin pedir nada a cambio. La chica ingenua será el contrapunto a esta mascarada, la luz que proporciona calor y esperanza.

El ambiente en el estadio es tan tóxico, que los chicos comienzan a desear la vuelta a la guerra para huir de este mundo asfixiante. El derroche del local, el exceso de comida que les ofrecen, el esperpento del show en el cual quieren lucirlos como trofeos, el partido que se pierde a pesar de tanto despilfarro, la película que termina siendo una farsa y la oferta del productor un insulto; en fin que todo, absolutamente todo, resulta desilusionante y de mal gusto; una tarde ofensiva para unos chicos que vienen directamente del campo de batalla. Ben Fountain crea una atmósfera delirante que va cargándose de agresividad hasta desembocar en la escena final, una analogía interesante que se plantea en este explosivo cierre: ellos que han estado arrastrándose en el fango en Irak con bombas y proyectiles bailando sobre sus cabezas, reciben una paliza en un espacio deportivo ante la mirada atónita de un público que los había recibido como héroes. La frase de Crack resume el sentir general, el absurdo de una situación que ellos no han buscado:

“- Antes de que nos mate- añade Crack-. Llévenos a algún sitio seguro. Llévenos de vuelta a la guerra.” (pág. 327).

La guerra es siempre, y será, sinónimo del infierno: dolor, angustia, miedo, muerte. Paradógicamente, lo que detecta Billy es que, a pesar del sufrimiento, para ellos la guerra ha significado también descubrir buenos sentimientos: lealtad a los superiores, amistad y compañerismo, cariño a los que comparten la lucha. Valores o conceptos que quizá no conocían de antes. Esta experiencia positiva se ha dado en una situación límite, inaceptable en la teoría y en la práctica, pero más humana que la Tour de la Victoria a la cual han sido arrastrados como animales de feria.

EL LENGUAJE

En El eterno intermedio de Billy Lynn el lenguaje es muy variado. La pluma de Ben Fountain es ágil y versátil:

  • Cuando los Bravo hablan entre ellos, escuchamos un vocabulario de cuartel: grosero, con un toque juguetón y algo cínico que expresa la ironía juvenil de un grupo de veinteañeros, todos varones.
  • En los encuentros con Faison la ternura invade la prosa, la eclosión de sentimientos se expresa con delicadeza y elegancia.
  • En las reflexiones del protagonista, el lenguaje es esencialmente correcto, sencillo pero lleno de matices, el discurso resulta creíble a pesar de la edad de Billy (quien se apodera del punto de vista aunque la narración esté en tercera persona) y su falta de formación, exceptuando unas cuantas lecturas que le recomendaba el Hongo, su amigo muerto.
  • Las descripciones de los personajes (la de Norm Oglesby, por ejemplo) y de las situaciones en donde se evidencia el despilfarro de recursos, la cara más rica de América (la visita al almacén, por ejemplo) son muy visuales, hay riqueza en el detalle, la prosa tiene vitalidad y ritmo.
  • Un gran acierto son las originales metáforas, las imágenes funcionan porque están muy cerca del mundo cotidiano. Algunos ejemplos:

    “… las cheerleaders! Qué dolor ser la espuela que incita esos ensordecedores gritos de entusiasmo delirante”. (pág. 141).

    “… la pelvis de él embiste y se clava en la de ella como una cuchara hundiéndose en un helado…” (pág. 165).

    “… todo va demasiado lento, como un ascensor que se para en cada piso.” (pág. 236).

El ritmo, a veces, es trepidante, concretamente cuando comienza el espectáculo en el medio tiempo: gracias a la prosa ágil y vibrante sentimos el aumento de la tensión, la algarabía de la música, el exceso de brillo y toda la parafernalia puesta deliberadamente en el escenario para llamar la atención. ¿De quién?, ¿para qué? Es una escena absurda en un acto deportivo. La mezcla de militares con uniforme de lujo, Beyoncé y sus chicas contorneándose en plan erótico, los Bravo firmes y humillados, y las cinco bandas a todo volumen, crean una imagen fantástica cercana al delirio colectivo: “un reparto mastodóntico”, como recordará el protagonista. Termino con este párrafo que resume el aprendizaje del soldado Lynn en este Tour de la Victoria, una buena síntesis del contenido de la propuesta:

“Billy siente frío, allí donde debiera sentir más calor, como si de buenas a primeras el significado de lo que lo rodea se alojase de forma natural en el más delicado de los instrumentos a su disposición: sus pelotas. Tiene miedo. Sabe que está en mal sitio. Ellos disfrutan hablando de Dios y de la patria pero lo que proponen es el demonio, todos esos atareados demonios bioquímicos del sexo, la muerte y la guerra que fermentan en la base del cráneo y hacen aumentar la temperatura unos grados hasta que hierven y se derraman por los bordes. ¿Serán conscientes de ello?, se pregunta. A lo mejor no saben lo que saben, pues lo que tiene delante es demasiado aleatorio, demasiado perfecto, porno blando con sobredosis de droga marcial. Salvo por la ausencia de sacrificios de sangre y de sexo real sobre el terreno de juego, imposible idear un espectáculo mejor para caldear el ambiente.” (pág. 253).

Los textos han sido tomados de la Edición Contra, 2016. Excelente traducción de David Paradela López.