Años de sequía

Jane Harper

Sorprende la fuerza narrativa de esta narradora australiana nacida en Inglaterra, quien se estrena con una primera novela muy atractiva, potente y con un desarrollo inesperado. Jane Harper ejercía como periodista hasta que un día decidió matricularse en un taller de escritura, allí produce este primer relato con todos los elementos del thriller, concebido con una extraña fineza para el género y una pluma excelente que las ventas y la crítica han sabido premiar.

Las dos voces

Tenemos dos narradores, ambos en tercera persona. El primero de ellos, es una voz que se sitúa cerca del protagonista, Aaron Falk, quien regresa a su pueblo después de varios años para asistir al funeral de quien fuera su mejor amigo –Luke- su mujer y su hijo. Un crimen reprobable que mantiene en vilo a la población de Kiewarra, pueblo ficticio al sureste de Australia. Esta tercera persona se limita a narrar lo que ve Falk, y todo lo que investiga -con ayuda de Raco, el comisario local- cuando decide, por presión de los padres de Luke, encontrar al verdadero culpable. En apariencia, Luke asesinó a su mujer Karen y a su hijo Billy y luego se mató. Lo que sabe este narrador, es lo que Falk sabía y lo que luego descubre en sus interrogatorios, lo que él consigue reunir para reconstruir la historia. Cuando narra esta tercera persona, el punto de vista se sitúa cerca de Aaron Falk, personaje que se instala en el presente narrativo, tiempo que arranca el día que aparece en el funeral hasta el final de la novela, son poco días reveladores e intensos.

Pero estos crímenes traen el recuerdo de otro cadáver, una chica –Ellie- que apareció ahogada en Kiiewarra años atrás, motivo de la partida de Falk, injustamente acusado, junto con su padre, de esa muerte. Desde el momento que el fantasma de Ellie se hace presente, aparece un segundo narrador, marcado con letras cursivas, que es una voz en off, impúdica, omnisciente, que sabe todo lo que ha ocurrido en el pasado, develando hechos que nadie conocía, a veces ni siquiera los personajes involucrados. De esta manera, Harper abarca toda la realidad, incluso aquella más íntima, esos secretos guardados en los recovecos del pasado, ocultos en las tinieblas. El recurso funciona, el lector lo interioriza con naturalidad, no parece una voz impostada, y creo yo que el éxito se debe a la cantidad de información que llega por esa vía, convirtiendo la historia en algo complejo, interesante, coherente. Gracias a estos datos los personajes crecen, ganan en densidad, se humanizan y también se enriquece el mundo en el cual se mueven: se llena de matices, rumores, deseos no expresados, miedos.

Este segundo narrador aparece en la página 71, cuando luego de una escena en el bar del pueblo, el padre de Ellie enfrenta a Falk acusándolo de haber sido el asesino de su hija. Esta escena es el detonante: emergen imágenes que Aaron tiene grabadas con dolor desde el día en que apareció el cadáver.

¿Cómo se intercalan los narradores? ¿Cuál es esa dinámica? A veces, el primer narrador “llama” al segundo, necesita su colaboración para llegar a terrenos que él mismo desconoce, porque su “guía”, que es Falk, no se los ha contado. Estos terrenos pertenecen al pasado sumergido, ahogado para sobrevivir. Recordemos que el primer narrador conoce a Falk el día que recibe la carta invitándolo al funeral, ignora todo lo anterior. El juego es interesante y atrevido y resulta coherente la estructura que se apoya en dos voces distintas, dos discursos complementarios. Veamos un ejemplo: el padre de Ellie está acusando a Aaron Falk por haber aparecido su nombre en una nota que encontraron en las prendas de Ellie:

“Falk se obligó a no decir que no con la cabeza. Aquella maldita nota.”

Pausa, y cambio de narrador:

“Los policías estuvieron dos horas registrando el dormitorio de Ellie Deacon. Sus dedos gruesos removía con torpeza el cajón de la ropa interior y los joyeros. Habían estado a punto de no ver la nota. A punto. Estaba escrita en una hoja arrancada de un cuaderno normal y corriente. La habían hallado doblada por la mitad en el bolsillo de unos vaqueros, en el papel, a bolígrafo y con la letra de la joven, estaba apuntada la fecha de su desaparición y debajo un apellido.”Falk”. (pág. 75).

Este narrador de la letra cursiva lo sabe todo, es el narrador-Dios, mientras que el otro sólo sabe sólo lo que Falk sabe, sus límites son muy precisos

Otras veces, la narración en cursiva contribuye con una escena que corrobora lo que el personaje ha declarado, como si de esa manera aportara la prueba definitiva para zanjar el asunto. Pongo un ejemplo en ese sentido: preguntan a Sullivan respecto a la munición que usaron para matar conejos, la misma que se usó para los asesinatos, ya que no coincide con la que Luke usaba:

“… Luke sacó la escopeta de la parte trasera y cogió los cartuchos que le daba Sullivan.”

“-¿La munición era tuya?- preguntó Raco-. ¿De qué tipo?-
-Winchester, ¿por qué?
Raco miró a Falk. No eran los cartuchos Remington que habían buscado sin éxito.
-¿Sabes si Luke llevó de los suyos?
-No creo, tal como lo veo, si los conejos son míos, tengo que poner las balas. ¿Por qué?” (pág. 87).

Pero como sabemos, estas respuestas no ayudan a dilucidar lo que realmente sucedió, fue el director quien aportó la munición, no Sullivan. Es una falsa pista, aunque sea la verdad. El juego de Harper es atrevido, desvía al lector pero lo mantiene alerta.

Un dato importante: no aparece la primera persona. Ni siquiera cuando Aaron encuentra los diarios de Ellie. El segundo narrador nos cuenta lo que ella escribió modificando el texto original. Si hubieran sido copiados, estarían en primera persona que es como se escriben todos los diarios. Sólo tenemos una frase que es la excepción a esta regla: “Si mi padre se entera me matará.” La única frase copiada del original, una sentencia premonitoria.

Los dos crímenes

La trama de la búsqueda del culpable, se mezcla con la historia de la muerte de Ellie. “Luke mintió, tú mentiste”, se convierte en el motor que lleva a Falk a embarcarse y luego quedarse, aunque es una frase que se vincula a la muerte de Ellie, no a la de Luke y familia, motivo aparente de su presencia en el pueblo. En ambos casos, quienes mueren son los grandes amores de Falk: la chica que a él le gustaba, y su mujer amigo.

Habiendo sido falsamente acusados por la muerte de Ellie, abandonan el pueblo, hostigados, violentados, incapaces de convencer a nadie de su inocencia. A su regreso, Falk conseguirá establecer la inocencia de Luke y señalar al verdadero asesino: el Director del colegio. Es su revancha, porque termina por demostrar también su inocencia, cuando encuentra los diarios de Ellie, que sólo lee él. La gente de Kiewarra no conocerá las pruebas si él no las muestra, pero para para Falk es más que suficiente. Necesitaba exculpar a su padre también.

Leyendo Años de sequía, no he podido dejar de pensar en Los hermanos Karamasov de Dostoyevski, un clásico de la culpabilidad compartida: todos los hijos, menos el monje, se sienten parricidas aunque uno sólo, el bastardo, fue el asesino; y al mismo tiempo estos asesinos en potencia acusan a otros con el dedo del mismo crimen, porque ellos conocen el odio y su fuerza, y saben que todos tienen motivos para matar. Ante la muerte de Ellie, Falk duda de su padre, y su padre duda de él. En el caso de Luke, Falk sospecha del padre y/o del hermano de Ellie, de Sullivan, hasta de Gretchen. Incluso el padre de Luke piensa que su hijo pudo haber matado a Ellie, por lo tanto, si ya había matado una vez, no dudaría en pensar que fue el causante de las otras tres muertes. Esto es terrible, es la desconfianza absoluta en el ser humano. Sin embargo, el desarrollo de estas dudas es lo más interesante en Años de sequía porque permite ir desmenuzando la vida de una comunidad pequeña, los odios, las desilusiones, la codicia, los abusos y la violencia domésticas. Situaciones sofocadas y escondidas irrumpen de pronto: el dibujo de los personajes se va elaborando de esta manera, poquito a poco, con datos que se cruzan, sumando puntos de vista, derribando mitos.

Los dos amigos

En el mundo narrativo de Jane Harper, la dualidad es importante. Aaron y Luke son dos amigos totalmente distintos, y es precisamente gracias a esa oposición que somos capaces de captarlos: se buscan porque son como el día y la noche, se necesitan, se atraen, se complementan. Luke tenía el encanto, la chispa, la seducción. Aaron el equilibrio, el sentido común, la timidez. Gretchen establece las diferencias y de esa manera los describe a ambos, enfrentándolos:

“Es cierto. Tú eras estable. Alguien en quien ella podía confiar. Si hubiera intentado hablar contigo, la habrías escuchado. Y, vale, Luke llamaba más la atención y era más zalamero que tú, pero eso no siempre es positivo. Él era la estrella, pero a la mayoría de la gente no le gusta convertirse en un mero añadido en su propia vida. Eso contigo no pasa. Tú siempre te has preocupado de los demás que de ti mismo. De lo contrario, ahora no estarías en Kiewarra.” (pág. 270).

Más o menos lo mismo que insinuó McMurdo, el camarero del bar, cuando invitó una copa a Falk: hay dos grupos de hombres, los habitantes de Kiewarra, y tú. La idea es de presentar la oposición con el paradigma contrario para que aclare la individualidad, la diferencia:

“Ay, amigo, si pudiera lidiar con todos los jaleos que se arman aquí como lo has hecho tú, sería feliz –contestó McMurdo acariciándose la barba-. Pero por desgracia aquí hay cierta preferencia por métodos más pedestres.” (pág. 153-4).

Otros temas

  • Habría que destacar el contexto. La asfixia de un pueblo pequeño aparece desde la primera página: cuando Falk aterriza en Kiewarra detecta la mirada vengativa causada por la falsa acusación. Los rumores, los chismes, los malentendidos son un caldo de cultivo que envenena el espíritu de la gente. Y por supuesto la sequía contribuye a la asfixia: el panorama es devastador, polvoriento, y el calor perturba y enerva. El escenario es perfecto para macerar los rencores:

    “El enorme río se había convertido en poco más que una cicatriz polvorienta en la tierra. El lecho vacío se extendía a lo largo y ancho en todas direcciones, con sus curvas serpenteantes señalando el lugar por donde antes había fluido el agua. La grieta que los siglos habían cavado era ahora un batiburrillo de rocas y matojos. En la orilla, las raíces grises y nudosas de los árboles habían quedado expuestas como telarañas.
    Era espantoso.” (pág. 117).

    Pero también es importante señalar que en Años de sequía se perciben los sentimientos que vinculan a los personajes, en la narración palpamos un mundo de afectos: la amistad entre los amigos, la camaradería entre Raco y Falk, la calidez de una cena alrededor de la pasta casera que prepara la mujer de Raco, la hospitalidad de Gretchen. A pesar de que nos encontramos en un pueblo pequeño en donde decíamos que los rumores envenenaban el aire, sólo los Deacon son gente indeseable.

  • El tejido de las conversaciones permite que vayamos conociendo a los personajes. Esos diálogos son el vehículo para que los aprehendamos, tienen una fuerza narrativa muy particular, son el cuerpo de la novela, Harper ha encontrado la fórmula mágica, el intercambio productivo.

Los textos han sido tomados de la edición de Salamndra 2017. Traducción de Maia Figueroa.